Raimon Aresté. Politólogo, abogado y agricultor
Como podemos ver, ha habido un espacio de años importante entre 1917 y 1975. La explicación estriba en que la primera ola se centró en derechos como el sufragio o derechos de propiedad, y la segunda en cambio ha ampliado el espectro hacia derechos como derechos reproductivos, sexuales… más centrados hacia las instituciones dominadas más por hombres que de mujeres.
Existió una tercera ola e incluso una cuarta (la actual) centrada más en el empoderamiento femenino. Podemos discutir si hay otra ola, al final me he consultando la mayor enciclopedia comunitaria del mundo (Wikipedia), pero de algo no se admite discusión hasta ahora, y es, que tenemos una época en la que se ha avanzado mucho en la igualdad de género, pero se ha perdido algo por el camino…
Me explico. Cuando fui a estudiar a México allí a principios de siglo, conocí de primera mano que significa ser un caballero y que significa tratar a una mujer como una dama. Sorprenderá quizás al haber dicho este país que tiene mala prensa en relación a los feminicidios en los estados del norte, pero sorprenderá las convenciones sociales que tuve que aprender en relación a las compañeras femeninas.
Pondré ejemplos: saludar con la mano y un beso, abrir la puerta del coche para que entren, andar al lado izquierdo suyo y nombrar a tu mujer como “señora”. Parecerían convencionalismos antiguos y seguramente sexistas, pero si los aplicas (estos y otros) inconscientemente adquieres unos hábitos en los que te van enseñando que a las mujeres se las respeta. Respeta.
Si el respeto significa que, más allá de la tolerancia, implica un sentimiento positivo hacia el otro, ¿cómo es posible que el machismo sea siempre violento hacia el feminismo? ¿Es el partriarcado irreconciliable con el matriarcado? ¿El feminismo debe convertirse en el nuevo machismo para vencer, y ocupar su espacio y poder? ¿Cuándo la igualdad de oportunidades irá de la mano con el respeto?